Ðavid A. Osorio S

Es un portal con una agenda marcadamente de derecha. Y aunque eso no quiere decir que no puedan respetar los hechos, ya me los he pillado en más de una ocasión metiendo cizaña, y distorsionando hechos, cuando no actuando de mala fe. Sus columnistas son como para morirse de pena ajena.

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No sé por qué en Colombia ha hecho carrera la idea de que las columnas de opinión pueden estar exentas de hechos y contener mentiras, como si el fact-checking (si lo hacen) sólo aplicara a las noticias y no a la opinión; y el Panam Post no ha sido la excepción. El caso es que es un portal dedicado a promover el más rancio conservadurismo social y político; lo que 'curiosamente' los lleva a defender todas las imposturas del manteco de Álvaro Uribe. Uff, ¡brillantes libertarios! Y es que todas las defensas de Uribe pasan, necesariamente, por la deshonestidad intelectual, desconocer hechos, distorsionar verdades, recurrir a falacias como cosacos, o hacer una aplicación convenienciera de los 'principios'.

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Son las coimas del manteco, pues. Y cuando tu agenda es proteger a alguien (porque "ayy, los opresores impuestos", o "el castrochavismo", o la excusa ridícula del momento), los hechos salen volando por la ventana.

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Sí, constantemente. Frecuentemente, esos cambios han sido el resultado de un intento por ser tan intelectualmente honesto como me es posible, de abrazar mis principios (los valores ilustrados) allá donde me lleven, incluso si eso significa tener que cambiar de posición. También significan cambiar de opinión cuando los hechos demuestran que estaba equivocado. Y estos cambios traen la ventaja añadida de que reducen el riesgo de disonancia cognitiva.

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De los que me acuerdo: el más reciente, dejé de pensar que John McCain es un palurdo idiota, y ahora considero que realmente podría ser de las voces menos cavernarias en el Partido Republicano (tres hechos me hicieron reconsiderar mi posición: 1. la respuesta a una votante que deshumanizaba a Obama y a quien McCain corrigió, diciendo que Obama era un gran tipo con quien él tenía profundas diferencias, pero que no por eso era menos humano o americano. 2. Su voto para hundir la deforma a la ACA. 3. Su sagrada visita periódica a su mentor Demócrata, quien ahora está asilado en una institución mental, y ya fue olvidado tanto por el electorado como por su propio partido).

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Recuerdo la falsa, pasajera y minúscula aunque no por eso menos incómoda sensación como de moverme un poquito a la derecha cuando empecé a rechazar el racismo de menores expectativas y el buensalvajismo (y esa pequeña culpa se liquida con la certeza de que oponerse a todas las manifestaciones de racismo es lo correcto y ningún lado del espectro tiene el patrimonio sobre la oposición al racismo).

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Cambié de opinión sobre el reconocimiento como Estado a Palestina, porque no cumple con los requisitos básicos para ser un Estado.

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Dejé de pensar que todos los ateos son necesariamente racionales, escépticos, humanistas o siquiera decentes. Igualmente, aprendí que hay personas de derecha que son valiosas y de las que puedo aprender, y con las que puedo colaborar y tener metas comunes.

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Me sacudí la utopía de que la justicia debe ser perfecta, y superé el dogma de que el mayor problema de Colombia eran las Farc, lo que me permitió tomar mejores decisiones políticas e incluso votar Sí en el plebiscito, aún a sabiendas de que eso les dará un trato infinitamente mejor del que de verdad merece la escoria terrorista. (Porque es la opción política y jurídica que, dentro del gran esquema de las cosas, termina ofreciendo la Colombia menos peor y menos injusta.)

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De igual forma, dejé a un lado mi abstencionismo y me obligué a dedicar tiempo, esfuerzo y energía en cada ciclo electoral para desentrañar cuál es el candidato menos peor y votar por ese... usualmente tapándome la nariz y sabiendo que eso implica una mayor responsabilidad de veeduría ciudadana de mi parte, una mayor obligación democrática, si esa persona sale elegida (y lo he hecho con Santos).

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Esos, por mencionar algunos

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Más estupideces del culto a Ayn Rand. Aún concediendo el punto de la corrupción, este imbécil desconoce tres hechos:

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1) Los fondos recaudados a través de instituciones americanas no se le entregan directamente a los puertorricenses, sino que se utilizan para lo que son: ayuda, búsqueda y rescate, agua, alimentos, (re)construcción de infraestructura crítica

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2) Sufrir un desastre natural no es lo común y corriente, así que incluso si por regla general las personas no donaran a Puerto Rico, esa lógica no aplica cuando han sufrido una emergencia

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3) No, Puerto Rico no se lo buscó. No, Puerto Rico no es responsable. Sí, tienen políticos corruptos e instituciones ineficientes, pero condenar a todos los que no toman parte de esa corrupción y que la rechazan dentro de la isla sólo porque la vida los confinó a vivir entre corruptos es de un cretinazgo moral sin límites.

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