Ðavid A. Osorio S

La respuesta corta es: ¿dónde está la supuesta hipocresía?

La respuesta larga es que la cuenta que interpretó el tweet de Fajardo está asumiendo varias cosas no demostradas (y prácticamente indemostrables) para llegar su conclusión deseada: por ejemplo, la manera en que Fajardo usa Twitter; que darle 'like' a un tweet significa que él leyó quién lo decía. O que está de acuerdo con el tweet en su totalidad (cuando podría estarlo sólo con el sentimiento de llamar al respeto de las instituciones).

Yo no tengo por costumbre retuitear ni darle 'like' a algo con lo que estoy de acuerdo si fue publicado por una cuenta decididamente intolerante; pero sé que hay muchas personas que sí lo hacen. Yo no sigo a nadie con quién esté fundamentalmente en desacuerdo, pero hay muchos que sí lo hacen (la cuenta más obvia siendo Trump, que se ganó una demanda por bloquear a un usuario que no era lo que nadie llamaría precisamente un fan suyo). Yo uso la función de "like" más para marcar tweets a los que me gustaría volver, ya sea porque tratan un tema interesante, o porque tienen enlaces que no puedo leer en el preciso momento de ver el tweet. Y es que decirle al mundo que un grupo de 280 caracteres está redactado de una manera que me impactó psicológicamente de manera tan profunda que tengo que señalizárselo a 7 mil millones de personas me parece bastante inútil (y funcionalmente una actitud que bordea entre la psicopatía y el narcicismo), así que yo uso el botón de 'like' para otra cosa. Porque *no todo el mundo usa las redes sociales de la misma manera*. Yo sería millonario si tuviera un centavo por cada bio que me he cruzado donde el usuario necesita aclarar (!) que RT no significa aprobación.

Pero pues el chavismo no es particularmente conocido por evitar el sesgo de confirmación, así que por supuesto que iban a hacer esa conveniente lectura del 'like' de Fajardo (de que darle 'like' al tweet implica que le gustó, que además le gustó en su totalidad, y que eso necesariamente se traduce en que él no tiene ninguna diferencia con la coima paraca de Yamhure), tuvieran que hacer la gimnasia mental que tuvieran que hacer. A los fascistas de todas las estirpes se les da fatal el principio de caridad, y estos no van a empezar a utilizarlo ahora mientras siguen ardidos con Fajardo por haberse atrevido a pensar que alguien además de Petro podía ser Presidente el año pasado.

No sé, los petristas parecen bastante determinados a convencernos a los que con todo el asco nos armamos de valor para votar por Petro en segunda vuelta, de que la distancia entre él como mal menor y la marioneta uribestia como mal mayor, realmente no es tan grande como la concebimos en su momento.

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Mi conjetura educada es que el detonante fue el 11-S, que sirvió para envalentonar tanto a la izquierda anti-occidental (y antiamericana) que casi que celebró los ataques (para la muestra la reacción de Noam Chosky) como a la extrema derecha occidental.

El trampolín, a su vez, ha venido siendo esa extrema derecha occidental, que ha instigado el odio y desprecio a los musulmanes en general, y frente a lo cual, la respuesta de una porción nada despreciable de la izquierda ha sido la de volver a todos los musulmanes el buen salvaje.

Mientras Bush aprovechaba para saldar las cuentas de su ahora difunto padre con el sádico de Saddam Hussein, la izquierda regresiva se enfocó en defender a los musulmanes tanto del real como del percibido imperialismo americano (y/u occidental), y de la intolerancia de la extrema derecha xenofóbica, y en vez de hacerlo con las herramientas ya existentes y perfectamente dispuestas para ello (los DDHH y las libertades individuales), les pudo la pereza autocomplaciente y la deshonestidad intelectual, y consecuentemente prefirieron el atajo mental de considerar cualquier crítica al islam como un ataque a todos los musulmanes (?), algo que le vino como anillo al dedo a los islamistas, que consiguieron un ejército de idiotas útiles dispuestos a defender la más asquerosa extrema derecha reaccionaria, siempre y cuando fuera de la variedad mahometana.

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Igual puedo estar equivocado.

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Un Ministerio de Ciencia es importante para cualquier país, pero su verdadero potencial reside en la cultura científica del propio país, y de las personas puestas a cargo. Para la muestra, EEUU no tiene ninguna agencia federal dedicada explícitamente a la ciencia, mientras que Pakistán tiene Ministerio de Ciencia y Tecnología desde hace más de cuatro décadas — no obstante, la producción y apropiación científicas y tecnológicas del país mahometano palidecen en varios órdenes de magnitud frente a las de la Unión de los 51 estados.

Es un poco como las secciones de Ciencia de los periódicos: son importantes, pero su verdadera importancia radica en lo que se haga con y dentro de ellas. ¿De qué le sirve a El Espectador tener una sección de Ciencia si la que durante muchos años fue su editora científica cree que la homeopatía sí es ciencia sólo que "no occidental" (?), si tienen desde hace años engavetado un artículo sobre transgénicos porque arroja luz favorable sobre ellos, y si sus periodistas y editores científicos están más preocupados por agendas políticas (como la guerra contra el fracking, o que se apruebe el impuesto a las bebidas azucaradas, o que se prohíba el glifosato) que por divulgar ciencia?

Si la ya existente entidad de ciencia del gobierno colombiano, Colciencias, sirve de indicación, no le auguro cosas buenas al posible Ministerio. En su portal '¡Todo es ciencia!', supuestamente dedicado a la divulgación, ya se han dedicado a promover pseudociencias y hacer proselitismo religioso. Eso en cuanto a la entidad.

En cuanto al Gobierno, incluso en uno medianamente decente como el de Santos, Colciencias no era vista sino como una parte del botín burocrático. Ahora, en uno pastoril, feudal y decididamente estúpido como el del esbirro de Álvaro Uribe, la ciencia es lo último que les importa.

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