Ðavid A. Osorio S

No, es una estupidez como la copa de un pino. Primero, y lo más obvio, porque tus métodos definen tus fines: si dices que quieres alcanzar la igualdad, pero insistes que el camino no es la igualdad, hombre, a lo mejor es que la igualdad te trae sin cuidado y no es sino una excusa para exhibir el más asqueroso chovinismo.

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Segundo, porque los derechos no son recursos finitos, cuya escasez deba mal-repartirse de manera equitativa. He visto pésimas analogías y esta. Los derechos son garantías jurídicas, y que una población gane reconocimiento de los suyos no quiere decir que otro grupo tenga que perder los que han conseguido hasta el momento. Vamos, que no es una ecuación suma cero. Pero de nuevo, a estas criaturitas no les importa nada de esto. Han fetichizado el que los grupos "privilegiados" pierdan privilegios (lo que quiera que esa frase sin sentido signifique) y si consiguen que un hombre blanco y heterosexual se retuerza de sufrimiento, ya han alcanzado su sueño mojado. ¿Que cómo hace eso que las mujeres estén mejor? Vaya uno a saber. El caso es que ellos sienten un placer morboso con esto.

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Hace poco alguien comentaba que para estas lumbreras, si veían que una persona con silla de ruedas no se podía bajar de la acera, se ponían en plan a matonear a todos los que tenemos piernas funcionales (nuestro "privilegio"), y tratar de hacernos sentir culpa, en vez de trabajar por hacerle una rampa a la acera (¡y de paso matonean a quienquiera que intente o proponga hacer la rampa!). Pues de eso va la idiotez de "nuestro fin es la igualdad, pero nuestros medios son el autoritarismo y ser tan reaccionarios que Torquemada palidece".

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En estos días Andrew Sullivan publicó una columna precisamente en este sentido: las últimas dos décadas han sido una victoria para el movimiento LGBTI precisamente, porque en vez de ponerse en la idiotez de las Olimpíadas de la Victimización, asumieron la lucha por sus derechos en clave de que querían ser tratados como *iguales*, que no pedían más (que los hetero) pero que no se iban a conformar con menos. Y toda la simpatía que ese esfuerzo les ganó, empieza ahora a caer en picado precisamente porque cambiaron de estrategia y ahora la lucha por los derechos trans es esta mierda posmoderna de la interseccionalidad: http://nymag.com/daily/intelligencer/2018/01/sullivan-the-gay-rights-movement-is-undoing-its-best-work.html

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No sé qué tanto campo de acción haya para opinar. La mejor evidencia disponible indica que la inmigración favorece a los países anfitriones: https://politikon.es/2015/09/03/refugiados-conciencias-y-soluciones/

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Dicho lo cual, creo que es necesario alcanzar un balance entre ofrecerle refugio a las personas que huyen de países que son pocilgas de mierda, y proteger a la sociedad anfitriona y su ordenamiento jurídico.

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Creo que esto se puede conseguir con una política pública integral: ofrecerle a todos el mismo trato ante la ley, sin importar si son inmigrantes, turistas, residentes, ciudadanos, visitantes, etc. Esto significa que no importa tu color de piel, tu religión, o país de origen, si golpeas a tu esposa u obligas (mediante violencia física y/o emocional) a tu hija a vestir de determinada manera, debes enfrentar la misma pena que cualquier otra persona de cualquier color de piel/creencia religiosa (o ausencia de la misma)/país de origen.

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En la práctica, esto implica acabar con esas asquerosas instituciones multi-cultis como los tribunales de la sharía o la negativa sistemática a investigar crímenes cometidos por personas de determinados colores de tez o países de origen. Si algo ilegal es "su cultura", pues que se devuelvan a su país de mierda a comportarse como "su cultura"; en el país anfitirión, no.

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Por supuesto, esto debe hacerse a la vez que se mantienen estrictas medidas de seguridad en puertos, aeropuertos y demás puntos fronterizos, y teniendo unas políticas migratorias sean bastante claras.

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Y no estaría de más que los periodistas recibieran entrenamiento en lógica bayesiana. Así, en vez de tener titulares ridículos como "X número de venezolanos vinculados a Z delito", veríamos algo más del tipo: "Del 100% de la comisión de Z, ahora participa un ínfimo 0,01% de los venezolanos en Colombia; el 99,9% restante de ellos se han incorporado a la economía local", o algo así. De la forma como lo están haciendo actualmente, no están sino dándole munición retórica a los xenófobos.

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Lo ideal sería que los cretinos entendieran que toda gran movilización de seres humanos acarrea conductas menos que perfectas y que, siendo humanos, algunos de los inmigrantes romperán las reglas, y que no se puede generalizar las acciones de unos pocos a todo el grupo. Aunque ya puestos, lo ideal sería que nadie tuviera que irse de su país ni ser tratado como ciudadano de segunda en el mismo.

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- No, no es correcto. Raza es la humana. Pero que no haya "raza latina" no significa que no se pueda ser racista contra los latinos (o los persas).

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- Y sí, se entiende mal el concepto de raza; o mejor dicho, es que no se busca ninguna comprensión, sólo instrumentalización. Al respecto: https://ask.fm/Daosorios/answers/122138714098 y https://ask.fm/Daosorios/answers/142017861874

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Si acaso, para evitar caer en la falacia de Lewontin, podríamos afirmar que dentro de la raza *humana* encontramos diferentes clinas o poblaciones (Australoide, Mongoloide, Negroide y Caucasoide), y que a partir de los datos genéticos uno puede determinar la población a la que pertenece (perteneció) un individuo. Pero nada de esto tiene por qué ser la base para determinar quién recibe más o menos derechos, o mejor o peor tratamiento ante la ley y/o el Estado.

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Todos los seres humanos debemos recibir la misma consideración y el mismo trato ante la ley, por el hecho de ser humanos. Y eso es lo que importa.

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Creo que adolece de un problema que atraviesa todo el texto: pretende reconciliar dos posturas irreconciliables, la Ilustración y el posmodernismo. Así que, entre salvedad y salvedad, se le va un kilómetro y medio en pixeles para decir que sí hay discriminación contra hombres, blancos y heteros, pero que no es tan insidiosa ni extendida como la discriminación contra negros, gays y mujeres.

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En un aparte admite que las personas sólo debemos ser juzgadas por nuestros méritos individuales y no los grupos a los que pertenecemos por nuestros rasgos biológicos, para luego caer otra vez en el jueguito posmoderno de decir que cuando las personas objeto de discriminación son hombres, heteros o blancos, entonces se trata de casos "marginales". No sé dónde habrá estado Maik la última década, pero la lista de inocentes sacrificados en el altar de la corrección política crece a cada minuto, y hay personas que han visto su sustento, dignidad y carrera destrozados por turbas de analfabetos iracundos.

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Todo lo cual hace que sea completamente infortunada su elección de palabras con lo de "actitudes despectivas". Apuesto que para Justine Sacco, perder en un instante toda la vida que se había tardado años en construir fue algo más que "actitudes despectivas". Esto de marginal no tiene nada.

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Ya hacia el final del artículo, él defiende las políticas de cuotas, diciendo que no son discriminación, lo que es más falso que submarino descapotable: las políticas de cuotas —no en vano también conocidas como *discriminación* 'positiva'— ignoran los méritos individuales y se enfocan en los rasgos biológicos para que alguien obtenga un puesto. Son discriminación monda y lironda, y lo estúpido es negarlo.

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Durante las últimas décadas hemos hecho retroceder la anquilosada discriminación sistemática de siglos mediante políticas de concientización, inclusivas, y leyes generales, que nos cobijan a todos *por igual*. Flaco favor le hacen a la igualdad estas defensas a medio camino entre el reconocimiento del individuo y las revanchistas políticas de identidad (y su importaculismo cuando se discrimina por rasgos biológicos a alguien que no tendría ni una oportunidad de ganar en las Olimpíadas de la Victimización).

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Sí me lo he planteado, y todas las veces he desistido de la idea, por varios motivos:

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- Soy más consumidor de texto, y el formato escrito no sólo ayuda a mis lectores a organizar sus ideas (incluso si discrepamos en algún punto), sino que también me ayuda a mí mismo a poner mis pensamientos en orden; y mientras que en un texto puedo dar Ctrl+F y encontrar el fragmento que estoy buscando, encontrar un fragmento en un video (o podcast) me resulta agotador. Hay una razón por la que estoy más familiarizado con lo que han dicho Christopher Hitchens y Jerry Coyne (con columnas y blog, respectivamente) que con lo que publica actualmente Sam Harris, y es que precisamente este último se ha dedicado al podcast.

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- El hipertexto ofrece la ventaja añadida de que sólo es hacer click en el enlace que te interesa, mientras que con YouTube, en el mejor de los casos, te toca buscarlo en la descripción del video.

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- Grabar y subir videos toma más tiempo que escribir un artículo (incluso si este tiene traducciones, enlaces, imagen, y todos esos adornos que lo hacen más llamativo).

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- Y si te equivocaste en el artículo, editarlo/actualizarlo es más fácil que con un formato que involucre audio, y es el triple de complejo si además involucra imagen en movimiento.

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- Aunque en fotografías no salgo nada mal, todavía no me siento completamente cómodo con cómo me veo en video ni cómo se escucha mi voz grabada.

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- El texto también te permite revisar y perfeccionar tropocientas veces una sola frase, hasta que suene como quieres, y transmita la idea tal como lo quieres. El audio/video tienen las desventaja de que muchas veces las cosas no suenan tan bien como sonaban en tu cabeza (a no ser que tengas demasiado tiempo para perfeccionar el libreto, y concediendo que haya apps para tener teleprompter en casa, lo que ahorra en costos y regrabaciones).

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Para resumir: prefiero el formato escrito por falta de tiempo, paciencia y costumbre para los videos/podcast. Supongo que así como Harris pierde algo de audiencia porque algunos preferimos leer, de igual forma, por mi comodidad, yo también estaré perdiendo audiencia que prefiera los otros formatos.

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Y no digo que no lo vaya a hacer nunca, sólo que hasta ahora siempre termino desistiendo de la idea.

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Por una parte, coincido con Mauricio en que la superstición organizada no debería lucrarse de la inversión estatal de ninguna manera.

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Ya en cuanto a la propiedad de los templos, efectivamente tengo una opinión diferente: a mí me parece preferible que cada religión construya sus templos como a bien tengan, con su dinero, y pagando los sobrecostos arquitectónicos de propiedad horizontal en que estos incurran. Ya puestos, sería ideal que el ordenamiento territorial no permita este tipo de construcciones cerca de instituciones educativas, zonas residenciales, ni entidades públicas, y que además paguen impuestos tanto por la propiedad como por los ingresos percibidos por la utilización del lugar (y que a mayor número de templos, más impuestos deba pagar una religión — digo, que si igual vamos a llevar un registro de religiones reconocidas oficialmente, que al menos sirva para algo, y les cortemos un poco los incentivos para crecer).

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