Ðavid A. Osorio S

Opino que sería irresponsable de mi parte hablar sobre el caso particular sin haber leído la sentencia.

Aunque es una buena ocasión para adelantar algún esbozo sobre legítima defensa (o "defensa propia"): Hay una línea muy pero requetemuy delgada entre legítima defensa y la "justicia" por propia mano. Entiendo que en el imaginario colectivo la legítima defensa es como una especie de súperpoder legal afrodisíaco con unos alcances insospechados y muy pocos límites, pero en el mundo real es diferente — los ordenamientos jurídicos donde es reconocida, la legítima defensa tiene unos alcances muy cortos y un margen de maniobra bastante limitado, para evitar que se convierta en una excusa para ir cargándose gente a diestra y siniestra.

Ya vendrán mis amigos penalistas a corregirme la plana y señalar que dije una barrabasada, pero si la memoria no me falla, para que una acción u omisión sea considerada delito punible debe ser típica (estar prohibida en las leyes, tipificada en el código penal), antijurídica (que la acción afecte efectivamente bienes jurídicos de terceros) y culpable (que la persona sabe o estaba en posición de saber que su acción estaba prohibida y dañaba bienes jurídicos).

Existen excepciones. Si una conducta no está castigada en las leyes, entonces es atípica, y no es delito. Si una conducta es típica, pero hay una causal de justificación, entonces es jurídica. Si una conducta es típica y antijurídica pero no hay un vínculo ético-psicológico entre acción y resultado, entonces no hay dolo o culpa, y tampoco hay delito.

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A algunos les gusta citar un rosario de causales de justificación, sin embargo, yo fui convencido por mi profesor, el doctor Camilo Sampedro Arrubla, de que todas las causales de justificación se pueden resumir en la no exigibilidad de otra conducta: o sea, que algunas acciones (u omisiones) típicas, no eran necesariamente antijurídicas porque la persona se encontraba en una situación en la que legalmente no se le podía exigir que actuara de manera diferente ya que, a pesar de haber afectado bienes jurídicos, una conducta diferente habría significado un daño a bienes jurídicos de mayor gravedad.

Y aquí es donde las fantasías cinematográficas de lo que debe ser la legítima defensa (que algunos estados americanos han incluido en su legislación) chocan con la de verddad, porque, por ejemplo, matar a alguien, o incluso causarle heridas, cuando iba a robar una bicicleta o cuando entró a robar una casa, no estaría cubierto porque los bienes jurídicos de la vida y a la integridad física son mayores que el de la propiedad privada (principio del interés preponderante). Y por mucho que a algunos fachas les parezca incómodo, que alguien se pase la vida robando no hace que sus bienes jurídicos y derechos (al menos los que son de mayor preponderancia que aquello que roba) pierdan vigencia y el Estado esté eximido de protegerlos y velar por ellos.

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En teoría, es posible que ocurra.

En la práctica, es tremendamente improbable, porque la homofobia no es simplemente una creencia absurda y estúpida y ya, sino que si una persona normalmente tiene una opinión sobre lo que es correcto que los demás hagan o no con sus cuerpos es porque quiere que el mundo se ajuste a esas opiniones.

Yo no albergo opiniones sobre lo que está bien que los demás hagan con sus rodillas o talones, porque me trae sin cuidado. De igual forma no albergo opiniones sobre lo que está bien o mal que los demás hagan con sus penes y orificios, porque la única sexualidad que me interesa es la mía y la de mis parejas. Por el contrario, quien tiene ese tipo de opiniones es porque tiene algún deseo velado de imponer esa opinión.

Puesto de otra forma: ¿De qué le sirve a alguien tener opiniones homofóbicas si no las va a usar para sumar borreguitos a su causa? Porque es que hay que ser muy ingenuo para pretender que la homofobia no ha sido y sigue siendo un instrumento de ingeniería social, del que se han valido los promotores de la religión y otras criaturas menos inescrupulosas para darle a los crédulos algo que odiar y manejarlos con el meñique.

No es casualidad que las mayores promotoras de la homofobia sean las religiones pues, al fin y al cabo, al ser tribus morales tienen un componente de convencionalismo, o sea una elevada adhesión a las normas sociales de la tribu y sus autoridades, junto con la creencia de que a las personas ajenas a la tribu también se les debe exigir que se adhieran a estas normas.

Por tanto, creo que es más fácil encontrar un burdel en Arabia Saudita que un político homofóbico que no pretenda infectar la política pública con su intolerancia.

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Estoy de acuerdo en que las motos son un problema, y que mayor regulación e impuestos serían deseables; pero yo tengo una lectura más amplia de las causas de dicho problema.

Es una cuestión de incentivos: si existe la tecnología para transportarnos rápida y eficientemente, todas esas prohibiciones al carro (al menos las que hay en Bogotá, y que otras ciudades colombianas copian estúpidamente) van a terminar llevando a las personas a buscar alternativas para transportarse. Y si el transporte público es tan monopolísticamente paquidérmico, inútil, costoso e ineficiente como el sistema de buses con acordeón que impusieron en Bogotá, pues las personas se van a decantar por las motos.

En la vida hay trade-offs, y no veo por qué se esperaría que uno acepte sin más hacerse la vida miserable en un articulado de Volvo cuando puede manejar por sí mismo y llegar más rápido y eficientemente a cualquier parte. Cosas de ese prohibicionismo inherente al colombiano. (Por cierto, es por esto que la prohibición a Uber sólo va a hacer más apremiante el problema de los taxis.)

PD: Ahh, y que Héctor Abad Faciolince me considere de cierta "clase media marginada" me da igual. El carro particular sí es libertad e independencia — nadie con dos dedos de frente que haya podido usar un carro y se haya movilizado más cómoda y rápidamente va preferir seguir usando el transporte público si puede seguir usando el carro particular. Que los carros usen combustible fósil se volvió un argumento en pro del autoritarismo y hasta de romantizar la pobreza (como si viajar en cebollero fuera glamoroso), pero en unos años se acabarán las excusas medioambientales para prohibirlo (carros eléctricos funcionales), así que será interesante ver qué estupidez se inventan para mantener la prohibición. O igual no se inventan nada, que igual los colombianos no necesitan demasiado para ir ofreciéndole sus derechos en bandeja a los políticos.

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No. A ver, creo que lo estamos mirando desde la perspectiva que no es. Existe un fuerte vínculo entre la buena salud mental y la buena salud física, y viceversa. Pero uno puede tener una buena salud mental y al mismo tiempo tener un estado de ánimo malo, por ejemplo, estar preocupado por algún problema o triste por la pérdida de un ser querido.

Estar de mal humor puede mermar el autocontrol, facilitando comportamientos impulsivos: https://t.co/shmJXrOOEH

A su vez, estar de buen humor predispone a las personas a ser más crédulos y propensos a tragarse la mierda pseudocientífica a lo Deepak Chopra: https://t.co/hfJKZHHUq6

Pero es que estar de mal o buen humor suele ser una reacción a nuestro entorno.

Estar triste no es sinónimo de estar deprimido, así como estar feliz no es sinónimo de un episodio maníaco: si quien era tu pareja desde hace dos años te terminó y estás triste, es porque procesaste la información de que una persona con la que habías construido recuerdos y tenías más o menos alguna expectativa de un proyecto de vida juntos puso fin a una relación a la que posiblemente le habías invertido una cantidad nada despreciable tanto de recursos como de energía. Es normal, pues, y eso no te va a dar cáncer.

De igual forma, si el amor de tu vida te propone matrimonio y estás más feliz que Testigo de Jehová en fábrica de timbres, eso no te va a curar una pulmonía.

En ambos casos, puede que tengan impactos sobre los síntomas de alguna enfermedad, y el mal humor específicamente está conectado al estrés fisiológico y disminución de la excitación sexual, pero uno no se cura ni se enferma exclusivamente a punta de emociones.

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- El pacto da la impresión de ser positivo

- No tengo una opinión sobre la adhesión de Colombia. Históricamente, el país firma todo lo que le pongan por delante, desde tratados de libre comercio hasta tratados sobre DDHH, que los gobiernos colombianos nunca se molestan en cumplir. Es un secretito que va de un Gobierno al siguiente: "firma todo lo que te pongan delante, que eso nos hace ver bien afuera", porque si hay algo que todos los Gobiernos colombianos comparten son sus ansias de mejorar la imagen del país, así este se esté cayendo a pedazos por dentro. Colombia firmó, y el agua moja.

- Como dije: los gobiernos colombianos firman cualquier cosa, pero algo muy diferente es su intención de cumplir. Como buena distopía uribestia, el gobierno de la marioneta sólo ha mostrado disposición para cumplir su palabra cuando le conviene. Mientras la crisis en Venezuela se siga agravando, posiblemente el gobierno siga cumpliendo.

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