Ms. Dy-Na-Mi-Te-E!

Sin duda alguna, su historia, ya que gracias a ella tenemos tamaña riqueza cultural. Es dañino para la inteligencia que haya quien no sabe toda la mierda ibera, celta, fenicia, griega, cartaginesa, romana, visigoda, musulmana, judía, castellana, americana, francesa, italiana, portuguesa, inglesa o francesa que este país encierra. Siempre he dicho que España como ente histórico, fuera de cualquier separación actual, ha sido una felatriz que sólo consiguió una vez ser proxeneta. Es un síndrome de Stendhal continuo. Quien aprecia la historia, aprecia el arte. Quien aprecia el arte aprecia el legado cultural. Y quien aprecia éste siempre, siempre, cuidará mucho más de todo lo que le rodea.

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Pero siempre hay quien se queda atrás, en la España de sofá de cuero y tapete, con tapiz de ciervo en la pared. Esa España que es tan kitsch que hasta provoca sonrisa. Y es que a mí todo lo kitsch me fascina.

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Decir que un tuitero es más especial que otro es complicado. Más que especiales, yo diría que enganchan en lo que mejor se les da. Twitter es como una especie de tupperware de pastillas de anciano. No pasa mucho tiempo desde que entras hasta que te encasillas o te encasillan en un tipo concreto. Por eso si me pides un nombre de alguien especial, sería difícil contestarte. Normalmente si hablas con alguien entendido (?) en deportes, seguro que sus tuiteros más especiales están relacionados con el deporte. Suele pasar mucho con el tema cine, música, humor o política. Hay mucho sibariteo en ese aspecto. Sin embargo, cuando se es un tuitero aprendiz de todo y maestro de nada, como creo es mi caso, cualquier persona a la que se sigue es porque, de uno u otro modo, ha captado tu atención sobremanera.
Otra cosa es si me preguntas por el afecto personal o apego 2.0. Hay tuiteros a los que conozco en persona, a los que veo todos los días o con los que mantengo contacto fuera de Twitter y puedo considerar grandes genios. Haberlos haylos, pero quienes lo son ya lo saben.

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